La Sala Capitular, el “alma” de la catedral

La Sala Capitular de cualquier templo se utiliza para celebrar las reuniones extraordinarias de su Cabildo. Pero en la Primada, además, forma parte del recorrido de las visitas públicas por la importancia histórica y artística del espacio. Los retratos de sus arzobispos resumen la historia de la milenaria iglesia episcopal, y los frescos de sus paredes reflejan la advocación mariana del templo, “el alma” de la propia catedral. Gracias al cabildo y a la ayuda de instituciones como la Fundación ENDESA, la sala capitular vuelve este año a recuperar el esplendor con la que se construyó en 1.502 por el empuje del cardenal Cisneros, del que en 2017 se conmemoró el V Centenario de su muerte.

La “Sala Capitular” de un templo religioso es la estancia en la que se celebran “los capítulos” o reuniones extraordinarias del Cabildo, su órgano de gobierno. De ahí la expresión “llamar a capítulo”, cuyo significado derivó con el paso del tiempo a “llamar la atención”.

Hasta 1502, la sala capitular ordinaria de la Primada estuvo en el actual espacio de la Capilla Mozárabe (todavía se conserva en un lateral la original sillería de madera), aunque en época estival se utilizaba también la llamada “sala capitular de verano” en el actual espacio que queda entre el claustro bajo y la calle de la Feria, con acceso a la calle y al propio claustro. Fue el Cardenal Cisneros quien decidió unir la antigua sala de capítulos y la capilla del Corpus Christi para tener una capilla permanente donde celebrar el culto mozárabe. Y él fué quien encargó la construcción de una nueva Sala Capitular en un espacio anexo al ábside del templo, eliminando la capilla de Santa Isabel y añadiendo un espacio para la nueva Antesala y Sala Capitular, y para las oficinas de Obra y Fábrica.

Desde fuera del templo, la estructura rectangular de la Sala Capitular es perfectamente visible porque sobresale del resto del ábside semicircular. De sus fachadas de piedra granítica destaca, en el último piso de ladrillo, una especie de galería de arcos que conservan los ganchos de hierro para el secado de las velas y los cirios que se fabricaban en la propia catedral, ya que durante años el espacio se utilizó como obrador de cera. Y la parte inferior de la Sala, al que se accede por una pequeña puerta en el atrio de la antigua capilla de Santa Isabel, llegó a ser utilizado como despacho del canónigo obrero, su tesorero, contable y ayudante, (ya que se comunicaba con el antiguo Taller de la Catedral), y alberga en la actualidad el despacho de Obra y Fábrica del templo.

El espacio interior destaca por su cuidada decoración, que fusiona elementos del arte gótico y el mudéjar y dio origen al llamado “estilo Cisneriano”. Lo primero que llama la atención es el pórtico por el que se accede a la Antesala, obra de Diego Copín de Holanda. A continuación atravesamos la Antesala, una especie de pasillo rectangular que servía de vestuario para los canónigos (como atestiguan los magníficos armarios de madera laterales), del que destaca la espectacular decoración de motivos vegetales pintados de su friso. Y al fondo, la estancia principal o de reuniones, con un impresionante artesonado dorado y policromado diseñado por Diego López de Arenas y ejecutado por Francisco Lara (el cielo del cabildo).

Una silla arzobispal preside todo el habitáculo que está rodeado por la bancada de madera donde se sientan los canónigos para las reuniones extraordinarias del Cabildo, y por los retratos de los arzobispos de Toledo y los espectaculares frescos de sus paredes. Juan de Borgoña es el autor de esas pinturas al óleo sobre yeso que representan trece escenas de la Vida de la Virgen y la Pasión de Cristo, así como de los primeros 32 retratos que, a partir del Cardenal Tavera, pertenecen a pintores como Comontes, Carvajal, Tristán, Rizi, ó Vicente López, y resumen la historia de la iglesia episcopal toledana (su episcopologio).

La secuencia narrativa de las escenas de la Virgen comienzan en el muro sur con las escenas de “El Abrazo en la Puerta Dorada”, “El Nacimiento de la Virgen”, su “Presentación en el templo” y “la Anunciación”. La serie se interrumpe con “El juicio Final” del muro oeste, en la que aparece un grupo de condenados con los pecados capitales (“soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza”), y una curiosa inscripción romana (“IVSTITIAE CVLTVS SILENTIVM”), que podría traducirse como “lo justo es el silencio”, en referencia al secreto de las deliberaciones que debe presidir las reuniones del cabildo. Las pinturas se reanudan en el muro Norte con las escenas de “La Visitación a Santa Isabel”, “La Purificación de la Virgen en el Templo”, “El Tránsito” y “La Asunción” y, como homenaje concreto al templo toledano, “La Imposición de la casulla a San Ildefonso”. Finalmente, en el muro este hay tres escenas de la Pasión de Cristo en la que la Virgen aparece recogiendo el cuerpo de Jesús en “El Descendimiento”, y rezando ante su cuerpo tendido en la “La Piedad”, pero desaparece en “La Resurección”.

Restauración de la Sala Capitular

Durante meses, el cabildo preparó el proyecto y consiguió el presupuesto necesario y el apoyo de la Fundación Endesa para sufragar el coste de la nueva iluminación. En concreto se destinarán 144.894 euros para la ejecución material de nuevas instalaciones y 220.320 euros para los trabajos de rehabilitación de la sala.

En la presentación pública del proyecto de restauración, el arquitecto de la catedral, don Jaime Castañón, y el restaurador del templo, don Antonio Sánchez-Barriga, explicaron los plazos y las técnicas de las obras, cuyo objetivo resumieron en recuperar el artesonado y devolver el color y la perspectiva original de las pinturas de sus paredes. Por su parte, el director general de la Fundación ENDESA, Carlos Gómez-Múgica, apuntó que la contribución de la mercantil pretendía ayudar a la conservación del espacio (con una nueva iluminación led), y permitir un importante ahorro energético y de mantenimiento. Y el deán del cabildo, don Juan Miguel Ferrer, puso el acento en la doble importancia de la Sala Capitular; “en primer lugar, porque las pinturas de Juan Borgoña recogen la síntesis mariana, desde su concepción hasta que llega a Toledo a imponer la casulla a San Ildefonso; y en segundo lugar porque los retratos de los arzobispos representan la continuidad de la Fé en la diócesis de Toledo, en un recorrido histórico o episcopologio que nos permite conocer a sus protagonistas y recordar que la Iglesia debe estar comprometida; atada a su labor en la tierra”.

La Fundación ENDESA se hace cargo de la nueva iluminación

Gracias al acuerdo firmado a finales del 2017 entre el Deán del Cabildo catedralicio y los responsables de la compañía, en paralelo al trabajo de restauración se ejecutarán las obras de la nueva iluminación de la sala capitular en un proyecto que constará de tres fases: en la primera se diseñarán y concretarán los criterios de climatización, electricidad, fontanería, seguridad y circuitos cerrados de televisión. En una segunda fase también previa a la restauración se realizará el estudio de la restauración y documentación mediante archivos y estudios físico-químicos y, por último, se instalará la nueva luminaria que, gracias a su alta eficiencia energética permitirá no sólo mejorar la conservación de sus pinturas sino reducir los actuales costes de mantenimiento de la Sala Capitular.