NUESTRA CATEDRAL

La memoria es selectiva, interpreta los hechos dando una versión a veces más idílica de lo que realmente fue. Así, yo tengo un recuerdo maravilloso de mi primer Corpus después de hacer la Primera Comunión. La salida de la Catedral por la Puerta Llana, el sonido del Himno Nacional con el Rindan Armas de la unidad de Honores de la Academia de Infantería a la salida de la Custodia. La expectación que notabas en las caras de las personas que cubrían el recorrido. Para un crío con seis años, que eran los que yo tenía en aquel momento, era una experiencia increíble que se quedó grabada en mi memoria.

Pasó un cierto tiempo hasta que otro recuerdo pasara a engrosar mi vinculación con la Catedral, tenía 12 años, acompañaba a un grupo de amigos de mis padres que visitaban Toledo. Oyendo las explicaciones del guía, me di cuenta que vivía en una ciudad que tenía mucho más de lo que yo había sido consciente hasta entonces. La Catedral merecía aprender todo lo que se pudiera sobre ella. Y comencé a leer obras de Ramón Menéndez Pidal, Blasco Ibáñez, Pisa, Palazuelos, etc.

Y fue pasando el tiempo. Y vi como el buen hacer del Cabildo en iniciativas llevadas a cabo y el mecenazgo de empresas e instituciones, hacía que la Catedral presentara cada vez mejor cara. Recuerdo cuando en el Ochavo estaba desmontada la Custodia para su limpieza. 5.600 piezas, 12.500 tornillos, 260 estatuillas. El equipo de restauradores estaba sustituyendo tornillos que eran de hierro, por otros que no se oxidaran. El andamio para limpiar el Retablo del Altar Mayor. La rehabilitación del Expolio, por el gran equipo dirigido por Rafael Alonso, en los talleres del Museo del Prado. La recuperación de los realejos y poner en marcha las batallas de órganos. Ver la evolución de los archivos desde que, en 1995, Ángel Melguizo y yo íbamos a trabajar compilando datos para nuestro trabajo de El Toledo del Corpus ayudados por Ramón Gonzálvez Ruiz y Ángel Fernández Collado, que hicieron fácil nuestro empeño.
Nombres imborrables, al igual que los de D. José María Mansilla al que tanto le debo por su apoyo en momentos difíciles y no digamos de D. Cleofé Sánchez Montealegre, que bautizó a mi hija Ana y a mis nietos. La Catedral y sus gentes han supuesto y suponen mucho para mí.

Y ya hablo de este tiempo, de una Catedral eterna y de personas a las que aprecio, D. Juan, D. Juan Miguel, D. Juan Pedro… Y nosotros vamos pasando, pero la Catedral sigue viva, aportándonos memoria y realidad. Con ese poder que hace que te sientas imbuido de espiritualidad estés donde estés. Camino de ese octavo centenario que se celebrará en 2026 y en cuyos actos conmemorativos ya se está trabajando, recuperando su gran archivo musical, preparando exposiciones. Con el convencimiento de que se intentará contar con los mejores para estar al nivel que NUESTRA CATEDRAL merece, porque sí, todos somos parte de ella y ella forma parte de nosotros.

 

Juan Ignacio de Mesa Ruiz

Economista y abogado