La Primada y el Corpus, Origen y Sentido de la Fiesta Grande de Toledo

Desde hace más de 700 años, 60 días después del Domingo de Resurrección (cada jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad), Toledo  celebra una de las procesiones del Corpus Christi más solemnes de todo el mundo. Las calles del centro histórico se cubren de hierbas aromáticas y se engalanan con faroles artísticos, adornos florales, reposteros, mantones y tapices. Y en su más de dos kilómetros de recorrido, el Santísimo es protegido bajo un palio contínuo formado por toldos sujetos a las fachadas. La Catedral, que da origen y sentido a esta fiesta declarada de Interés Turístico en 1980, alberga el tramo inicial y final del recorrido procesional, y custodia el resto del año los elementos principales del desfile que les presentamos a continuación.  

El origen de la procesión del Corpus en Toledo se sitúa a finales del S.XIII, después de que el Papa Urbano IV la instituyera en 1264 por la bula “Transiturus”. Y aunque no está documentado, hay autores que aseguran que Alfonso X el Sabio ya presidió la procesión del Corpus en Toledo en 1280.

Desde sus orígenes, la Fiesta del Corpus en Toledo ha estado unida a su Catedral Primada, que ya ordenó construir la primitiva Custodia de plata que desapareció en la Guerra de las Comunidades (1521). Pero va a ser con la Reina Isabel la Católica cuando el esplendor de la Fiesta y la Procesión del Corpus de Toledo alcanza la fama mundial que aun hoy mantiene, gracias a la exhibición de curiosos objetos paganos, como los gigantones y la tarasca, y de otros litúrgicos de gran valor, como la Cruz y la Manga procesional que abre el desfile, la Cruz del Cardenal Mendoza que preside el cortejo de canónigos del Cabildo de la Catedral y, sobre todo, la gran Custodia que el orfebre Enrique de Arfe labró entre 1515 y 1523 por orden del cardenal Cisneros y que, en su interior, alberga el viril donde se muestra al Santísimo, el elemento nuclear del Corpus.

Cruz y Manga Procesional. Es una monumental cruz de plata dorada, de 170 centímetros de altura y 80 de brazos, que Alfonso V de Portugal regaló al arzobispo toledano Alfonso Carrillo de Acuña, prelado que gestó y presidió el matrimonio de los Reyes Católico. El maestro Esteban Alonso bordó en 1510 las escenas del martirio de San Eugenio y la Aparición de Santa Leocadia a San Ildefonso en una  Manga que desde entonces adorna la Cruz en su base. Años después Montemayor bordó la escena de la Adoración de los Magos, y Alonso Sánchez la de la Asunción de la Virgen. Pambas piezas se custodian y pueden verse en el Museo de Tapices y Textiles de la Catedral.

Cruz de Mendoza. Mide 55 cm. de altura y 30 de brazos de hasta 30 cm. sobre una vara de plata de 240 centímetros, y fue la cruz que el cardenal llevaba en la toma de Granada en 1492, y que los Reyes Católicos hicieron colocar en la Torre de la Vela de la Alambra tras la reconquista de la ciudad. Por voluntad testamentaria del cardenal, se custodia en la Capilla del Sagrario de la Catedral Primada.

Custodia de Enrique de Arfe. Consideraba como una de las mayores joyas de la cristiandad, está formada por el ostentorio o custodia de Isabel la Católica que el cardenal Cisneros compró en 1505 (fabricada por el orfebre Jaime Almerique con el primer oro que Cristóbal Colón trajo de América), y por la gran custodia de asiento que cobija a la primera, labrada por el orfebre alemán Enrique Arfe también por encargo de Cisneros. Se guarda y exhibe durante todo el año en la capilla del Tesoro sobre un trono barroco labrado en 1740 por encargo del arzobispo infante Luis Antonio de Borbón, hermano del rey Carlos III, aunque en la Fiesta del Corpus procesiona sobre una carroza construida en 1784.