17 Jun El gigante de piedra de la Dives Toledana
RESTAURACIÓN DE LA TORRE PRIMADA
El Cabildo ha asumido el reto de restaurar la torre de la catedral para consolidar este icónico elemento arquitectónico de la Primada que puede visitarse en grupos guiados. En su interior se conserva aún la antigua vivienda del campanero que teñía a mano las campanas hasta los años cincuenta, la estancia que sirvió de prisión catedralicia y, por supuesto, el campanario con la famosa “gorda” en el centro, una campana de más de 2 metros de altura, casi 3 de diámetro, y 14.500 kilos de peso. Les invitamos a conocer la historia de este gigante de piedra de 600 años y las claves de la actuación que pretende garantizar su supervivencia.
Las catedrales góticas solían proyectarse con dos torres en su fachada y, en su origen, la de Toledo también se construyó así, aunque la del ángulo sur se cayó antes de ser levantada, tal y como recoge un documento del arzobispo Gil de Albornoz fechado en 1345: “Bien sabedes cómo en la dicha nuestra yglesia de Toledo fue grant tiempo a començada muy grant e muy costosa e muy buena lavor segund a la nobleza della pertenesçe et agora segund estava en punto de este se cerrar e de acabar cayó la torre de las campanas e derribó de mala guisa grant parte della”. (ACT, A.8.D.1.8).
La primera torre original del ángulo noreste pudo sustituir al alminar de la mezquita mayor cuando, tras la expulsión de los árabes, el templo volvió a consagrarse al culto cristiano. En ese mismo espacio, sobre la antigua capilla de los Reyes Nuevos, comenzó a levantarse la actual torre en 1.425 con piedra berroqueña de la cantera de Guadajaraz. La torre fue continuada por el Maestro de obras de la Catedral Alvar Martínez, y rematada años más tarde por Hanequin de Bruselas durante el siglo XV hasta una altura de 93 metros.
En un principio, su construcción obtuvo la negativa de los capellanes, por lo que el arzobispo Sancho de Rojas (1415 – 1422) hubo de recabar la autorización real de Juan II. Solucionado el problema, se trabaja activamente hasta alcanzar, en 1428, la franja de piedra negra. Al año siguiente se entregan los escudos del arzobispo don Juan Martínez de Contreras (1422 – 1434), que se asientan junto con los del tesorero. En 1.431 se trabaja en el caracol y en el torrejón adosado a la torre por el lado de la puerta del Infierno, y un año después se alcanza el último cuerpo, en el que se abren los arcos para las campanas. No hay registros de su evolución entre 1432 y 1448, año en el que ya es maestro Hanequin, al haber desparecido los Libros de Fábrica de esos años.
En las líneas constructivas se mantiene el tipo usual en las torres góticas castellanas, donde de nuevo aflora el elemento mudéjar. El interior está dividido en cuatro bóvedas: la actual capilla del Tesoro; una destinada a vivienda; una tercera, que sirvió de prisión; y la cuarta, donde se colocan las campanas.
Exteriormente, el cuerpo cuadrado de la torre se divide en seis cuerpos desiguales. El primero, liso, obra del maestro Alfonso de 1380, en tiempos del arzobispo don Pedro Tenorio (1377 – 1399), se diferencia de los demás al estar éstos divididos en paneles o recuadros. Su planta es cuadrada, con estribos en los ángulos. Más tarde se abriría la ventana que da luz al Tesoro, y se colocaría una hornacina en uno de los estribos, obra de Domingo Diaz y Cristóbal de Herencia. En ella se aloja una escultura de San Eugenio vestido de pontifical, esculpida en 1637 por José Sánchez.
En el segundo cuerpo, ya a cargo de Alvar Martínez, las columnillas y resaltes son rematadas por un friso de pizarra negra sobre el que van los escudos del arzobispo Martínez Contreras con cruces y castillos, y otro con un león rampante (mientras que algunos autores atribuyen este escudo al tesorero, otros hablan de la posibilidad de que pertenezca al canónigo obrero). Sigue un tercer cuerpo que tiene los mismos resaltes de columnas con un capitel vegetal corrido de piedra blanca de Regachuelo, obra de los pedreros Felipe y Daniel de Bruselas.
Encima del capitel, el cuerpo se remata con un friso de arquillos ciegos apuntados con azulejería valenciana en azul y blanco en los tímpanos. El cuarto cuerpo continúa con los resaltes, pero es más bajo y se remata con un friso de sarta de bolas y cabezas salientes de frente. En 1432 se llega al quinto cuerpo, en el que se abren las ventanas. En cada cara hay dos vanos de arco semicircular con rejas y entre ellos una escultura de piedra blanca de algún santo toledano. El conjunto de Alvar Martínez queda rematado con un último tramo más pequeño en el que resaltan los escudos del arzobispo Don Juan de Cerezuela (1434 – 1442). Unos modillones dan paso a un antepecho calado.
La torre de la Catedral es terminada por Hanequin de Bruselas a mediados del siglo XV, con quien se introduce el estilo flamígero en la arquitectura gótica de la comarca toledana. Sobre la estructura cuadrada de Alvar Martínez, Hanequin construye un cuerpo octogonal piramidal en el que los abundantes pináculos aumentan el efecto ascensional de la torre. Posteriormente se remató con el alcuzón coronado con una veleta con el escudo del cardenal Cisneros que imita una tiara de gres puntas.
En el cuerpo octogonal figuran las armas del arzobispo Don Juan de Cerezuela, hermano uterino del condestable don Álvaro de Luna. Desde el punto de vista estructural, afirma G. Conrad, el octógono toledano concuerda perfectamente con la tradición bruselesa. Los modelos del primer piso de la torre de Grand’Place e incluso las partes octogonales proyectadas para las torres de fachada de Santa Gúdula han podido influenciar a Hanequin. Existen, no obstante, diferencias en cuanto a los órganos de apoyo, pues mientras las obras nórdicas se sostienen en cada ángulo por una torre o pináculo, desempeñando el papel de apoyo por intermedio de un arco, en Toledo se trata de pináculos muy pesados y decorados por flechas más pequeñas.
La Restauración de la Torre de la Catedral Primada,
por don Jaime Castañón, Arquitecto-Director del Proyecto
Por petición del Excmo. Cabildo de la Catedral Primada de Toledo, se procedió a realizar una inspección pormenorizada de las fachadas y cornisas de la Torre para saber los deterioros existentes.
A cierta distancia, las fachadas de la Torre pueden ofrecer una imagen de conservación aceptable, comprobándose tras dicha inspección que, efectivamente, el estado general resistente y estructural de la misma es bueno. Sin embargo, se pudo constatar que las cornisas y molduras se encontraban en un estado de deterioro de urgente restauración, ocasionado por los agentes climáticos a lo largo de los años. Éstos han producido cierto desgaste en dichos elementos, perdiendo en algunos sitios su geometría primitiva. Las juntas, por su parte, se han convertido en vías de drenaje, pues la circulación del agua es más activa en ellas que en la propia piedra. Esta circunstancia ha producido que los morteros hayan ido deteriorándose, perdiendo así el elemento de sujeción y unión de la piedra.
Así pues, la Torre requería una pronta restauración, incidiendo principalmente en los llagueados de la piedra y en la sujeción de las cornisas, con recuperación de su forma original.
Inventario
Después de la inspección, se procedió a realizar un inventario gráfico y fotográfico de las diferentes fachadas de la Torre con todos los datos obtenidos, y se han realizado los planos con los deterioros, de los que se pueden citar los principales: Suciedad superficial, Fracturas puntuales en algunos elementos, Descomposición de morteros y material pétreo, Lesiones por vegetación, líquenes y musgos, Deterioros por excrementos de palomas y Oxidación en elementos metálicos
Intervención
El criterio principal en las actuaciones parte de recuperar los elementos de protección constructiva frente a la incidencia de la lluvia, rigiéndose el tratamiento por la conservación. Con dicha finalidad, las intervenciones están encaminadas a su mantenimiento, siguiendo el principio de mínima intervención y máximo respeto por los materiales y técnicas originales.
Para empezar, se colocará andamiaje en todas las caras de la Torre, de forma que se puedan realizar los trabajos de modo continuo, con un ascensor – montacargas que, además de las escaleras, favorezca el flujo vertical de material y personas.
Una vez instalado el andamio, se realizará una segunda inspección detallada para comprobar si hay alguna patología no detectada, además de revisarse las zonas con más riesgo de desprendimiento para asegurarlas. Se harán a continuación las tomas de muestras necesarias para realizar los análisis y pruebas de limpieza en laboratorio, que determinarán la idoneidad de los métodos a utilizar y su incidencia sobre la piedra.
El siguiente paso al laboratorio (aunque que podrá realizarse simultáneamente) será proceder a la retirada de elementos extraños y limpieza general.
Posteriormente se eliminarán los rejuntados ejecutados con mortero de cemento o aquellos que técnica o estéticamente no se encuentren en condiciones adecuadas.
La parte más laboriosa es el cosido y adhesión de fragmentos pétreos, pues son los puntos que tienen mayor inestabilidad. También se tratará todo lo que aparezca en peligro de fragmentación.
El procedimiento de dichas adhesiones se hará de la siguiente manera: primeramente, se recurrirá a la limpieza mecánica de las zonas a adherir; a continuación, se comenzará con el cosido de piezas y grandes fragmentos con varilla de fibra de vidrio de longitud y diámetro adecuado, reforzado con resina epoxi y sellado con mortero de cal y de la misma resina.
Los trabajos se realizarán empezando por arriba y a la misma altura, de forma que nunca haya operarios trabajando por debajo de otros. Así, se irán haciendo las intervenciones por niveles empezando por la limpieza, retirada de colonizaciones biológicas utilizando biocidas, posterior cosido y adhesión de piezas, tratamiento de juntas, etc. En los casos de reintegración habrá que cuidar el entonado general con veladuras. Como intervención final general y de manera específica en los planos y líneas de corte de la escorrentía, se aplicará un tratamiento hidrofugante protector del que previamente se habrán realizado ensayos en laboratorio para una mayor durabilidad.
Elementos singulares
- Balaustrada superior: Se consolidarán los elementos disgregados, se afianzarán los anclajes existentes y se recuperarán las juntas, dándole una capa de protección final.
- Elementos escultóricos: Se hará una recomposición y cosido en piezas fracturadas, así como reposición de elementos desaparecidos si suponen peligro estructural.
- Friso de pizarra: Es el elemento más dañado debido a la pérdida volumétrica por exfoliación, por lo que la recomposición y cosido de las piezas fracturadas será lo más delicado y laborioso de toda la Torre.
- Elementos cerámicos: Se han de restaurar los elementos existentes, siendo necesaria simplemente su fijación si estuviera en buen estado.
- Elementos de forja: Se intervendrán en los elementos de forja de las rejas de los 8 huecos del nivel del campanario y demás elementos de cerrajería, con tratamiento protector pasivador del hierro frente a la corrosión. Éste, al aplicarse sobre las superficies oxidadas, se transforma en una película que pasiva el óxido y protege de agresiones.
Previamente se desengrasarán mediante la imprimación con alcohol etílico para eliminar los restos de suciedad y de las materias oleosas de su superficie, asegurando así la eficacia de los procesos posteriores de inhibición o estabilización.