Cisneros, cardenal eterno

El franciscano que marcó la Historia de España

Pura trascendencia. La figura del cardenal Cisneros traspasó todos los límites de su época en virtud de sus pensamientos, de sus decisiones, de sus consejos Reales y, más que por aquello que dijo, por aquello que hizo. Trascendió incuestionablemente, aunque en su marco temporal se topó con los obstáculos de una sociedad y un pensamiento quizá muy atrasado respecto de los fundamentos de progreso y empoderamiento cultural que pretendía para sus contemporáneos, al tiempo que predicó y practicó contra la corrupción y en pro de la justicia y el servicio público.

 

Fue estudiante profundo, capellán, fraile, confesor de la reina Isabel la Católica, cardenal y regente por dos veces —de ahí el ser conocido como “el tercer Rey de España”—. Un estadista, no un político. Un reformador y modernizador de la Iglesia. Un adelantado al Concilio de Trento. Pese a la costumbre comparativa, ni fue un Richelieu, ni un Lutero; fue, en esencia, él, Cisneros, una figura esencial en el Siglo de Oro español del Renacimiento. “Es el mayor hombre de Estado que ha tenido España. Desgraciadamente llegó viejo y tarde… pero es el mejor”, subrayó Joseph Pérez, autor de la obra biográfica Cisneros, el cardenal de España, en una entrevista en 2014.

La génesis de una de las más grandes figuras de la Historia de España está en el nombre de Gonzalo Jiménez de Cisneros. Nació en 1436, en Torrelaguna —al noroeste de la provincia de Madrid y lindando al sureste de Guadalajara—. Tercer hijo de una modesta familia de hidalgos procedentes de la palentina villa de Cisneros. De ahí, del topónimo, quedó fijado el apellido. El suyo es de origen castellano, procedente de esa villa de Tierra de Campos. Se desconoce con exactitud el linaje, si bien se relaciona con Rodrigo González de Cisneros, que procede de la nobilísima casa de los Girones.

Precisamente se le debe a Jiménez de Cisneros el que hoy en día se identifique a las personas por los apellidos en España. La referencia entonces se ceñía a un mote ligado al lugar de procedencia de la persona, a la profesión que ejercía o, incluso, a algún rasgo físico. Tanto era el descontrol del asunto que unos hermanos podían tener diferentes modos de apellidarse. Claro, aquello se traducía en un caos administrativo que atajó Cisneros: a través de una ordenanza se fijó el apellido del padre a todos sus descendientes.

Sus padres, comerciantes, le destinaron desde bien niño al estado eclesiástico. Comenzó sus estudios junto a su tío clérigo —Álvaro— en Roa. Se trasladó a Alcalá para centrarse en la gramática en el Estudio Viejo anejo al convento de los Franciscanos. A los 14 años marchó a Salamanca para centrarse en la Teología y el Derecho. Nueve años pasó luego en Roma para estudiar administración eclesiástica y ejercer como abogado. Su regreso a España estuvo motivado por la muerte de su padre.

Ya en su patria, para la que estaba destinado a ser esa figura trascendental en todos los sentidos, fue nombrado con una bula del papa Pablo II arcipreste de Uceda el 22 de marzo de 1471. Tal circunstancia le llevó a un enfrentamiento con el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo, quien tenía dispuesto el cargo para un familiar. El caso es que Jiménez de Cisneros fue encarcelado en Uceda y luego confinado en la fortaleza de Santorcaz. Allí pasó los siguientes años de su vida hasta que fue rehabilitado en 1480 como capellán mayor de la Catedral de Sigüenza, “protegido” por el cardenal Pedro González de Mendoza, mentor de Cisneros.

Pero cuatro años más tarde sufrió una suerte de conversión. Dejó sus labores y decidió dar un giro radical a su vida. Se retiró con la rama más estricta franciscana. Precisamente decidió cambiar el nombre de Gonzalo por el de Francisco. Pobreza, austeridad y espiritualidad le rigieron desde entonces, viviendo en los conventos de Toledo, El Castañar y La Salceda. Su inteligencia y prudencia fueron avales para que fuera elegido provincial de los Franciscanos de Castilla. Un cargo clave para desarrollar, más tarde, ya con el favor y la confianza de la reina Isabel la Católica, una tarea de reformador religioso, desarrollada en diferentes etapas, siguiendo las consignas papales, entre 1495 y 1499, en un intento por cercenar las licencias y riquezas de las comunidades religiosas. Y empezó por los franciscanos. Como deseaban los Reyes Católicos articuló una modernización profunda de la Iglesia de la Edad Media.

 

Cisneros en el tiempo

  1. Gonzalo Jiménez de Cisneros nace en Torrelaguna. Hijo de hidalgos, comenzó sus estudios en el estado eclesiástico.

1473. Nombrado arcipreste de Uceda por el papa Pablo II, tras un desencuentro con el arzobispo Carrillo, acaba encarcelado durante seis años entre Uceda y Santoraz.

  1. Cisneros es rehabilitado y elegido capellán de la iglesia de Sigüenza. Cerca de él ya estaba su mentor y protector, el cardenal González de Mendoza.
  1. Renuncia al cargo y se encierra en la más estricta rama franciscana. Cambia su nombre de Gonzalo a Francisco.
  1. Mendoza recomienda a Isabel la Católica que confíe en Cisneros como confesor.
  1. Es elegido provincial de los Franciscanos de Castilla. Consigue una bula del Papa para iniciar la reforma profunda de las comunidades religiosas, empezando por la franciscana.
  1. Es nombrado arzobispo de Toledo, cargo que asume por obediencia, aunque sin dejar la regla de su Orden. Puso en marchas las obras de la Sala Capitular, el Claustro Alto, la Capilla Mayor con su retablo, la Custodia y la Capilla Mozárabe en la Catedral de Toledo, donde instaura el rito hispano-mozárabe.
  1. Coloca la primera piedra de la futura Universidad de Alcalá de Henares.
  1. Dirige la evangelización de Granada y las Alpujarras. Fue clave en la política expansiva en el norte de África.
  1. Funda en Alcalá de Henares el Colegio de San Ildefonso, origen de la Universidad Complutense.
  1. Tras la muerte de la reina Isabel, el cardenal Cisneros tuvo que mediar entre Fernando el Católico y su yerno, Felipe el Hermoso. Se alcanzó concordia en Salamanca en favor del monarca aragonés. Pero Felipe murió inesperadamente, de modo que Cisneros preside la Junta de Regencia a la espera del regreso de Fernando en 1507. El monarca le premió con el capelo cardenalicio.
  1. En colaboración con el rey Fernando en la política expansiva en el norte de África, lidera la expedición a Orán. Además, en el corte cultural, ese año, inaugura su sueño de la Universidad de Alcalá de Henares.
  1. Interesado en los estudios teológicos, la enseñanza y la cultura, auspicia la realización de la obra de la Biblia Políglota Complutense; una apuesta cultural sin precedentes en Europa en la Edad Moderna.
  1. Por disposición testamentaria, el rey Fernando nombra a Cisneros regente y gobernador de Castilla, León, Navarra y Granada hasta la llegada a España de su nieto Carlos de Gante.
  1. En invierno, acude Cisneros para encontrarse con Carlos I de España y entregarle el poder, pero muere en Roa.