
21 Mar PRIMADA SOLIDARIA, Antecedentes de la labor social de la Iglesia y de la catedral de Toledo
La atención social en Toledo, como en el resto de España, dependió exclusivamente de la Iglesia hasta que, en 1836, el Estado asume la titularidad de conventos, alberguerías, hospicios y hospitales religiosos. El modelo de beneficencia pública y seglar del gobierno liberal fracasa y, en 1851, un arzobispo toledano, Monseñor Juan José Bonel y Orbe, consigue restablecer las relaciones entre la Iglesia y el Estado español. Desde entonces, a pesar de los brotes anticlericales de las guerras carlistas y los gobiernos republicanos, la Archidiócesis Primada ha seguido desarrollando su milenaria labor social con el actual apoyo de profesionales y miles de voluntarios.
La archidiócesis de Toledo y su catedral, centro neurálgico de la Iglesia y la corte real en España hasta mitad del S.XVI, crearon durante la Edad Media una red de alberguerías, asilos y hospitales, que durante 500 años ofrecía cobijo, comida y asistencia sanitaria a todas las personas necesitadas de la ciudad, y a los forasteros y peregrinos que acudían a la Primada.
Podría incluso decirse que desde Toledo se inició el modelo de especialización asistencial y sanitaria española, ya que fueron los primeros hospicios y hospitales medievales toledanos los que comenzaron a destinar centros específicos para menores y mujeres excluidas socialmente, o para la atención diferenciada de las enfermedades comunes, las infeccionas o incurables, o las de Salud Mental.
La peregrinación a la Primada
Con el descubrimiento del sepulcro del Santo Apóstol en el S.IX y el auge de las peregrinaciones a Santiago, la ciudad de ToIedo y la propia catedral Primada (epicentro de las rutas compostelanas que se inician en el Levante y el sur peninsular), ya ofrecía cobijo y comida a peregrinos y personas necesitadas, como ha quedado reflejado en numerosa documentación y muchos elementos del propio templo catedralicio.
En el artículo titulado “El Camino de Santiago pasa por Toledo”, del toledano Manuel Pellicer, encontramos una curiosa referencia de la labor de caridad y acogida que la Catedral Primada prestaba en la Edad Media con la llamada “Limosna del Mandato”, que consistía en el reparto diario de comida a peregrinos y personas necesitadas en el interior de la catedral toledana.
“En la catedral de Toledo acabada la misa mayor, todos los días el canónigo celebrante junto con los racioneros que intervienen en la liturgia, procedían a bendecir la comida a treinta pobres: 20 hombres y diez mujeres, llamándose limosna del mandato en la que merecen particular atención los peregrinos”
El autor recuerda que, además de compostelanos, Toledo fue y sigue siendo destino de peregrinación para rendir culto a la Virgen del Sagrario, la patrona de Toledo que el obispo Jiménez de Rada encargó en 1226 para el altar mayor con motivo de la segunda consagración del templo, y que en la actualidad preside la capilla del Sagrario y será protagonista en 2025 del primer centenario de su coronación canónica.
En el mismo artículo se citan algunas hospederías y hospitales medievales de Toledo, como el Hospital de Santiago fundado por Alfonso VIII de Castilla (el rey que en 1212 derrotó a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa), que mantuvo su actividad asistencial durante siglos hasta que fue derribado en 1884.
Hospicio y hospitales
Como explican muchos investigadores, los antiguos hospitales medievales no siempre ofrecían asistencia médica. En realidad, muchos eran simplemente centros de acogida y asistencia a personas necesitadas, que la Iglesia regentaba directamente o a través de cofradías religiosas o confraternidades gremiales.
A finales del siglo XVI, en Toledo se llegan a contabilizar un centenar de hospitales, hospicios y centros caritativos, como se recoge en “La beneficencia en Toledo a principios del SIGLO XX: el fracaso de un sistema asistencial” (Universidad de Castilla-La Mancha, 2015).
Noelia M. Martín Espinosa y Rafael Villena Espinosa, autores del trabajo, repasan algunos de los hitos que marcaron el comienzo del deterioro de la red asistencial toledana; el traslado de la capital del reino a Madrid por parte de Felipe II (1561), que motivó la marcha de Toledo de toda la corte y de los recursos de la corona y la aristocracia a la nueva capital; la creación de la Hermandad del Refugio (1610) que, en la práctica, también comenzó el traslado de enfermos y recursos asistenciales a Madrid; el Expediente de 1784, que supuso la supresión de muchas cofradías que no contasen con autoridad real o religiosa; y, finalmente, la Desamortización (1835) y la Ley de Beneficencia (1849), que dejó en manos del estado y de la administración provincial y local las numerosas propiedades religiosas.
La acogida y tutela de huérfanos y menores abandonados, personas enfermas, desfavorecidas, peregrinos y forasteros, pasa ahora a manos del Estado y de sus representantes provinciales o municipales a través de juntas de beneficencia.
Pero los gobiernos liberales encontraron serios problemas organizativos y presupuestarios con el nuevo modelo de beneficencia pública y seglar, y con el mantenimiento de las propiedades amortizadas a la Iglesia que, según detallan Noelia M. Martín Espinosa y Rafael Villena Espinosa, quedaron diferenciados en tres grupos en función de su dependencia administrativa:
(Administración del Estado); Hospital del Rey (dedicado a la atención de personas mayores).
(Administración municipal); Cofradías de San Pedro, San Miguel, San Bartolomé, San José, y la de Nuestra Señora de la Anunciata, además del Colegio de Doctrinos, el Hospital de San Ildefonso y Memoria de Don Diego Ortiz.
(Administración Provincial); Hospital militar de San Juan de Dios, Hospital de la Visitación o del Nuncio -dedicado a la asistencia psiquiátrica-, Hospital de la Misericordia -especializado en enfermedades agudas y tratamientos quirúrgicos-, la Leproseria u Hospital de San Lázaro, Hospital de Santiago -dedicado al tratamiento de la sífilis-, Hospital de Santa Cruz -para menores expósitos-, Hospital de Nuestra Señora del Refugio -para madres solteras–, y Asilo de pobres de San Sebastián -para ancianos pobres y desvalidos (estos tres últimos refundidos en 1869 en los llamados Establecimientos Reunidos de San Pedro Mártir (*).
El Dr Alfonso López-Fando Rodríguez, en el discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (“Los Antiguos hospitales de Toledo”, 1969), matiza además que de todos esos centros asistenciales, sólo está acreditada la prestación médica en El Hospital del Rey, el del Refugio, el de la Visitación – “Vulgo Nuncio”-, el de Santa Cruz, el de Santiago, el San Juan Bautista y el de San Lázaro, ya que el resto se limitaba a dar cobijo y comida a colectivos necesitados y peregrinos.
Tras la amortización de 1835 algunos de esos hospitales dejaron de funcionar o se unificaron. Y, a pesar de la restauración de las relaciones entre la Iglesia y el Estado tras el Concordato de 1851, la red asistencial toledana se redujo a cinco centros asistenciales; dos dependientes de la beneficencia general del Estado (Hospital del Rey y el de San Juan Bautista), y tres de la beneficencia provincial (el nuevo Hospital Provincial -heredero del de la Misericordia-, el Manicomio -continuador de la fundación del Nuncio D. Francisco Ortiz-, y el Asilo y Casa de Maternidad –donde se refundieron, entre otros, la Real Casa de Caridad del Cardenal Lorenzana y el Hospital de Santa Cruz que fundó el Cardenal Mendoza-).
El proceso de decandencia de los hospitales de Toledo, para el Dr. Fando Rodríguez fue como el de “(…) una grandeza que se desmoronó al embate de los tiempos y de las reformas políticas del siglo XIX (…)”.
La Beneficencia en Toledo tras la Desamortización
La desamortización de bienes del clero regular en España, iniciada a final del S:XVIII por el gobierno de Godoy y generalizada a otras muchas propiedades religiosas con el decreto de Mendizábal en 1835, permitió al Estado desarrollar la primera Ley de Beneficencia en 1849, después de un fallido intento en 1822.
El objeto de la Ley de Beneficencia era que el Estado garantizase una asistencia socio sanitaria, pública y seglar, en consonancia con los nuevos tiempos de la Ilustración, sin la dirección religiosa con la Iglesia desarrollaba su atención caritativa y social.
En “Beneficencia pública en Toledo durante el Régimen Liberal Decimonónico”, investigación de Don Francisco García Martín que obtuvo el Premio Ciudad de Toledo–San Ildefonso en 1987, el autor concluye que “A finales del siglo la estructura de la Beneficencia Liberal, tanto en su rama provincial como local, nos mostrarán un aspecto que hasta hace poco hemos conocido en nuestra ciudad, incluso con pocas renovaciones en su orden interno, y con la misma localización en los vetustos edificios entonces habilitados apresuradamente o heredados de aquellas otras fundaciones gloriosas.”
Concordato de 1851
Auspiciado por Isabel I, el arzobispo de Toledo Juan José Bonel y Orbe y el gobierno de Juan Bravo Murillo firman el Concordato de 1851 para restablecer el derecho de la Iglesia a recuperar bienes y propiedades que vuelve a destinar para la atención social y caritativa.
Con las guerras carlistas de final de siglo, las revueltas populares de la I y la II República, y el estallido final de la Guerra Civil, volvió el saqueo y la intervención estatal y en los templos religiosos hasta que, en 1953, la Iglesia en España vuelve a recuperar sus propiedades y obtiene privilegios del gobierno de Franco, a cambio del reconocimiento internacional como estado católico.
Una década después, el concilio del Vaticano II elimina la influencia del Estado en la Iglesia. Esta nueva relación se traduce en la libertad religiosa de la Constitución Española de 1978, y en los posteriores acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede que, entre otros, otorga a las actividades religiosas, benéfico-docentes, médicas u hospitalarias o de asistencia social que la Iglesia desarrolla en su labor social y caritativa, la consideración de entidad sin fin de lucro.
La asistencia social de la Iglesia de Toledo en el siglo XXI;
228.000 personas necesitadas atendidas al año
Como cada año, la archidiócesis de Toledo publica al final del ejercicio contable la cuenta de resultados y los datos de su actividad pastoral y asistencial. En la última publicación, al alcance de cualquier interesado en https://issuu.com/xtantos/docs/toledo_web_f60914920f730a, la Iglesia toledana desglosa las acciones caritativas y asistenciales desarrolladas por los profesionales sanitarios, trabajadores sociales, religiosos y voluntarios que trabajan en alguno de sus 49 centros de asistencia.
En concreto, durante 2023 se atendió directamente a más de 5.000 personas; 2.786 en 6 centros para mitigar la pobreza; 27 en el centro de rehabilitación para drogodependientes, más de 1000 personas mayores, con enfermedades crónicas o con alguna discapacidad en 16 centros especializados; 919 en 6 centros para la defensa de la vida y la familia; 55 en 3 centros de menores, jóvenes, y tulela de la infancia; y 73 mujeres en lo2 centros para víctimas de violencia.
Además, la Iglesia de Toledo desarrolló en el último año 50 proyectos de voluntariado de Caritas que permitieron la atención directa a 10.517 personas necesitadas y benefició a otras 23.000, y participa en 13 proyectos de cooperación al desarrollo en distintos países en desarrollo que benefician directamente a 46.323 personas y a otros 200.000 habitantes de las zonas afectadas.
Estos datos demuestran que la Iglesia sigue siendo protagonista de la atención social y asistencial a través del trabajo de sacerdotes, monjas, y profesionales o voluntarios laicos.
El Obispo Monseñor Francisco Cerro, desde el inicio de su arzobispado, ha puesto el acento en intensificar la labor social de la Primada, y demostrar el compromiso de la Iglesia con la asistencia a las personas necesitadas a partir de tres claves; Corresponsabilidad (“laicos, vida consagrada y sacerdotes nos sentimos llamados a trabajar de forma corresponsable para que «hagamos de nuestra iglesia diocesana ese hospital de campaña que da cobijo a tantos hermanos nuestros que han quedado heridos en los caminos de la vida“). Solidaridad (“toda familia vela y cuida a cada uno de sus miembros, nosotros la gran familia de los hijos de Dios, también nos cuidamos y especialmente acogemos a los más vulnerables”), y Transparencia (“comunicación trasparente de nuestras actividades”).