05 Oct NUESTRA CATEDRAL PRIMADA DE TOLEDO
Me alegro al poder contemplar un nuevo número de la Revista Catedral de Toledo. Para el Obispo, la Catedral es la representación de toda su Diócesis, por eso los momentos más significativos de la vida y ministerio del Obispo se viven en el marco de la Catedral, como lo señala, de modo muy bello, el Ceremonial de los Obispos.
Este número de la Revista Catedral de Toledo quiere ser plataforma para dar a conocer el próximo Jubileo de nuestra Catedral, la Dives Toletana. En agosto de 1226, mi predecesor el Arzobispo Jiménez de Rada y el Rey San Fernando colocaron la primera piedra del magnífico edificio que hoy contemplamos. Era un recuerdo agradecido a Dios, a la Virgen María y a Alfonso VIII, con el trasfondo de la famosa y decisiva batalla de las Navas de Tolosa (1212).
La historia de nuestra Catedral no comenzó con la del edificio que hoy contemplamos y cuyo octavo centenario celebraremos. Antes, desde los orígenes de la fe en Toledo, ya hubo una basílica cuya cabecera, casi con toda certeza, se encontraba donde hoy está la Capilla de la Descensión. Esa basílica es la de Melancio, el primer Obispo de Toledo del que tenemos documentación, que firma en las actas del Concilio de Elvira (inicios del siglo IV). Ésta es la iglesia que más tarde se dedica a Santa María. Posiblemente, en la estela del Concilio de Éfeso (431), y animados por la visita de la Virgen María (venida para agradecer la defensa de su perpetua virginidad por parte de San Ildefonso —segunda mitad del siglo VII—). Ya entonces, la piedad de los toledanos y la vida de sus obispos se vio agraciada por una peculiar gentileza de la Virgen María y su presencia en este antiquísimo santuario.
Incluso, los musulmanes, en el momento en que para ampliar su mezquita destruyen esta antigua iglesia, conservan la memoria del lugar donde la Virgen María se apareció a San Ildefonso, y, dentro de su lugar de culto, mantienen vivo el recuerdo de María, La Madre del profeta Jesús.
Esta mezquita volverá a ser catedral a finales del siglo XI y el lugar, memorial de la Virgen, se convertirá en su Altar Mayor. Esta mezquita convertida en catedral, como aquella transformada en mezquita, unirán a musulmanes y cristianos en el respeto y amor a la Virgen María, consagrando esta iglesia como un espacio promesa de una futura voluntad de diálogo y de respeto entre las diversas confesiones religiosas.
Al construir, comenzando por su cabecera, la nueva y grandiosa catedral gótica, a la permanente condición de santuario mariano de la Catedral de Toledo, se van añadiendo signos claros de una fuerte piedad eucarística que, especialmente desde el siglo XV, la van a marcar como a toda la Diócesis.
Ahora que nos disponemos a celebrar el octavo centenario de la catedral gótica, queremos aprovechar esta oportunidad, unida cronológicamente con el movimiento sinodal promovido por el Papa Francisco, para hacer que esta conmemoración sea la oportunidad para una renovación y revitalización de toda nuestra Iglesia Diocesana, en permanente comunión con la Iglesia Universal presidida, en este momento, por el Papa Francisco.
Que estas páginas, llenas de historia, religiosidad y belleza, ayuden a todos nuestros visitantes a conocer mejor nuestra Catedral y nuestra Iglesia Diocesana, que sigue agradecida a Jesucristo, camino, verdad y vida.
Con mi bendición.
Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo, Primado de España