Marisa Martínez

La Virgen del Sagrario y Toledo

Mis padres me educaron en la Fe, y recuerdo desde niña ir a la Catedral a ver a la Virgen del Sagrario como algo habitual; y el 15 de Agosto la Asunción, día de su fiesta mayor, asistía con mis padres a misa y luego íbamos al claustro a beber el agua de la Virgen en unos enormes botijos que no podía sostener.

Los toledanos, vivamos o no en la Ciudad Imperial, lo primero que recordamos y llevamos en el corazón, es a nuestra Madre y Patrona la Virgen del Sagrario, que desde el trono de su capilla en la Catedral Primada, como dice el Papa Francisco “nos mira a todos y a cada uno de nosotros como madre, con ternura, misericordia y con amor, y nos anima a sentir su mirada.”

Cuando en nuestra vida pasamos por pruebas, preocupaciones, dudas e incertidumbres,  pedimos a María que nos acompañe. ¡Cuántos toledanos pasan a diario por su Capilla para sentir su mirada, pedirle ayuda o darle las gracias por haber atendido sus peticiones!

La Virgen María tuvo dos grandes amores, el Amor a Dios y el Amor a los hermanos. Nosotros, como creyentes y devotos de la Virgen, estamos invitados a vivir estos dos grandes amores;  debemos conocerla, amarla e imitarla.  Ella es el camino para llevarnos a Jesús.

Debemos imitar a María en el Amor a Dios que debe llevarnos a orientar nuestra vida de acuerdo con lo que Dios quiere de nosotros, dirigir nuestras actuaciones desde la Fe, vivir y dar testimonio de nuestra Fe, sin complejos, no solo cuando venimos a la iglesia o en determinados momentos de nuestra vida cotidiana, o cuando estamos solos;  debemos dar testimonio de amor en todo momento, donde quiera que estemos, con quien estemos, para que por medio de nuestro ejemplo otros puedan descubrir a Jesús.

Debemos imitar a María también en el Amor a los hermanos,  cumpliendo el mandamiento del amor; “Amaos los unos a los otros como yo os he amado“. Porque el Amor a los hermanos lo es para todos; para los más cercanos como la familia, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo y a los más lejanos, y los más necesitados, para todos sin excepción.

Mi devoción a la Virgen del Sagrario ha marcado mi vida desde niña.  Siempre he acudido a ella para compartir mis alegrías y mis tristezas, todos los días me encomiendo a ella y su medalla me acompaña siempre.  En su Capilla he celebrado los acontecimientos más importantes de mi vida, mis bodas de plata y oro, el matrimonio de mi hijo y el bautizo de mis nietos.

He formado parte de la Esclavitud de Nuestra Señora del Sagrario desde hace muchos años,  y es un honor ser en la actualidad su Presidenta-Esclava Mayor, trabajando con entusiasmo e ilusión para potenciar la devoción a nuestra Madre y Patrona la Virgen del Sagrario.

Es María nuestra Virgen del Sagrario la que nos lleva a Dios; ella es nuestra intercesora, como decimos al rezar la salve, es Reina y Madre de misericordias y esperanza nuestra.

Os invito a todos como cristianos, como parte de la Iglesia, a visitarla en su Capilla. Ella es nuestra madre celestial, pues la Iglesia es una familia que tiene como madre a la Virgen.

Que María sea nuestra guía en la vida y nos acompañe siempre.