Alonso de Covarrubias, el genio renacentista de la Primada

Este año se conmemora el V Centenario de la Colegiata de Torrijos proyectada por el arquitecto y escultor Alonso de Covarrubias (Torrijos, 1488-1570). Y para recordar la efeméride, a su autor y al conjunto de su obra, la Catedral de Toledo se suma a los actos programados en la llamada ‘Ruta Covarrubias’ que, entre otras iniciativas, expondrá en la Capilla de los Reyes Nuevos (diseñada también por este genio renacentista castellano), algunos archivos y documentos sobre la huella de Covarrubias en La Primada, un legado que hemos intentado resumir en este reportaje con la ayuda del catedrático y comisario del V Centenario, don Fernando Marías.

“Entregó toda su persona a la arquitectura”. Así subraya el catedrático Fernando Marías la figura de Covarrubias. Y, ciertamente, la lectura de escritos contemporáneos a este personaje clave en la arquitectura española, o de documentos especializados, hacen entender su maestría, su valor referente como introductor del Renacimiento en Castilla, y su mano fundamental en el estilo plateresco. La obra de Covarrubias es extensa y el foco toledano es mayúsculo, si bien su rastro enhebra trabajos singulares en Madrid, Granada, Sevilla o Valencia, entre otros lugares. Sin duda, su legado artístico es esencial para la arquitectura.

La raíz de Alonso de Covarrubias está en Torrijos y su nacimiento se data en 1488. Su padre, Sebastián Martínez de Covarrubias, fue un reconocido bordador de Gerindote, población de la que también era natural su madre, María Gutiérrez de Leyva. Alonso tuvo dos hermanos: Marcos, que tuvo el mismo oficio paterno en Alcalá de Henares, y Juan, clérigo y racionero en la catedral de Salamanca. Su formación la inició en Toledo con Antón Egas y la mantuvo con Enrique Egas. Vínculo extendido a Torrijos y Salamanca. Juan Guas le abrió la puerta del arte. Siendo muy joven todavía, a caballo entre 1514 y 1515, alcanzó el grado de maestro de cantería y fue nombrado maestro mayor de la catedral de Toledo.

Su relación con los maestros Egas le permitió conocer a la que sería su esposa: María Gutiérrez de Egas, de quien no se sabe bien si fue sobrina o nieta de los Egas. De su matrimonio, en 1510, hubo cinco hijos. Ana fue la menor y Diego de Covarrubias (su primogénito) alcanzó los obispados de Ciudad Real y Segovia además de la presidencia del Consejo de Castilla. Además, su hijo Antonio fue canónigo de Toledo, su hija María se casó con el escultor Gregorio Pardo, y su hija Catalina, monja dominica en Toledo.

Del aprendizaje y la experiencia de Covarrubias

De las crónicas y estudios especializados se revela que Alonso de Covarrubias fue un artista magníficamente completo, incansable en el pulso a la novedad y la vanguardia, que proyectó un equilibrado estudio del espacio y los volúmenes; pero además un ciudadano integral, que abrazó su Torrijos natal, pero también formó parte de la excelencia inagotable de Toledo.

En la obra de Covarrubias se distinguen tres etapas. La de juventud (de formación y aprendizaje), extendida entre 1510 y 1526, significó el vínculo con los canteros Antón Egas o Juan Torrollo, así como Juan Guas. Comenzó a absorber conocimientos como cantero y tallista. En Sigüenza, aprendió con arquitectos y escultores como Enrique Egas, Sebastián de Almonacid o Vergara el Viejo. Y en 1526 firmó su primer compromiso contractual para la edificación de un convento en Guadalajara.

En su segunda etapa (1526-1541), Alonso de Covarrubias comenzó a desatar su ingenio y extender su iniciativa propia, teniendo peso esencial sus obras platerescas. En 1534, fue nombrado Maestro de Obras de la Catedral de Toledo y de su Diócesis.

Ese periodo viene seguido del que se extenderá ya prácticamente hasta su jubilación y muerte en 1570. Época definitiva de su carrera y arte con una visión vanguardista, más avanzada, aunque sin perder el vínculo con las referencias previas renacentistas, pero apurando las alternativas decorativas de los nuevos modelos. Con el Hospital Tavera de Toledo se erige como referente del manierismo serliano español.

La huella en la Primada

Su obra es extensísima en calidad, en cantidad y en presencia en España. Y meridiana es la huella de Alonso de Covarrubias en la Primada de España, la Catedral de Santa María de Toledo.

Carlos V recibió de manos del torrijeño los planos para la construcción de la Capilla de los Reyes Nuevos, construida entre 1531 y 1534 sobre lo que fue la herrería de la catedral. La original se situaba a los pies de la nave norte de la catedral y Covarrubias se encargó de su traslado a la cabecera del templo edificando la gran capilla funeraria de los Trastámara.

Considerada la primera gran obra de Covarrubias en Toledo, el arquitecto ideó, más que una capilla, una pequeña iglesia interior de una nave con dos tramos, con bóveda de crucería gótica, y un ábside poligonal, además de una sacristía y un vestíbulo de entrada. Especial diligencia puso en la portada y en la ornamentación y labra de los sepulcros; con esculturas yacentes góticas metidas en arcosolios renacentistas. En esta capilla, también firmó los arcosolios de los sepulcros de Enrique II y Doña Juana Manuel, y las hornacinas renacentistas de los sepulcros de Enrique III y Doña Catalina de Lancaster.

La gracia de Covarrubias también se posó en la Portada interior de Leones de la Catedral (en 1540), en el Coro alto de la Catedral (la arquería sostenida por la columnata de pórfido delante de la sillería de nogal), y en la Portada interior de La Presentación (en 1563). En este paso interior al claustro desde la catedral se distingue un arco de medio punto y pilastras con decoración plateresca y figuras humanas. En la clave del arco queda fijado el escudo de armas de la Catedral. Y a ambos lados del arco, columnas que descansan sobre un basamento liso y otro con menos grueso con figuras humanas.

El arquitecto también puso su firma en el retablo de la Capilla Trinidad (con pointuras y pintura del retablo y esculturas de Juan de Borgoña), y en la Portada del Tesoro, a los pies de la catedral (en la nave lateral derecha), con columnas abalaustradas y cornisamento de estilo plateresco, en una obra que se inició en 1537.

El catálogo de obras del torrijeño se amplía con trabajos funerarios como los sepulcros de Don Francisco Fernández de Cuenca, de Don Tello Buendía, de Don Fernando del Castillo (arcosolios renacentistas); la capilla de la Trinidad, concretamente en el retablo, la escultura (encargo compartido con Juan de Borgoña), y en el diseñó del sepulcro de Don Gutierre Díaz (de piedra blanca y abalastro).

El legado de Alonso de Covarrubias parece eterno. Y en estos tiempos se refleja con motivo del V Centenario de la primera misa en la Colegiata de Torrijos (donde también posó su alma al servicio de la arquitectura), y con la puesta en marcha de la llamada ‘Ruta Covarrubias’, con la que se pretende dar a conocer el grueso de la obra del genio renacentista de la Primada.